lunes, 10 de diciembre de 2007

pArA nuncA, pArA nuncA mAs volver!

Y llegó el gran día. Todo un año de levantarse temprano, de dormir poco y nada, de almorzar a las apuradas, de rasparse las rodillas, de gozar y sufrir según el caso, definía su resultado final en un sólo partido: 40 minutos a todo o nada, para saber si Resto del Mundo era de primera, o debía esperar otro año en el ascenso. El partido de ida había mostrado dos equipos cautos, bien parados, que no quisieron regalar nada, y por eso se dio el lógico empate en cero. Ya no había tiempo para especular, acá se estaba definiendo la suerte de ambos equipos, y nadie quería pensar en los penales.
La hora fijada era las 8 de la mañana. Lamentado por muchos, el cronista debe reconocer que sintió cierta alegría al enterarse de ese horario para este partido. Es el horario indicado para la épica, para llegar al campo cuando no hay nadie, y empezar a palpitar el partido desde temprano. En nuestro caso, lo que se palpitaba eran las ausencias: sumada a la baja del amigo de los niños, y principalmente de las niñas, Francisco Barone, y a la deserción del cancerbero Binicki, nos enterábamos sobre la hora de que Manu tampoco iba a ser de la partida, debido a contingencias que no viene al caso mencionar. Maldiciendo nuestra fortuna, comenzó a delinearse el equipo que saldría como titular al campo de juego. En la valla, haciendo su debut, salvándonos las papas, se emplazaba Santiaguito Avalle. La línea de 3 recia la conformaban Francisco “Mula” Di Fabio, Fernandino “Chulo” Peralta y Niquín “Musgo” Muschitiello. En el medio campo, por la banda derecha se ubicó Fernando “Ferka” “Fertin” Yu, como número 5 Pablo “Bollo” “dios del fútbol” Boullosa, y completando la línea de 3 mediocampistas, Félix “Botito” Wuhl. La dupla de atacantes se repite: Pablo Haedo y Ezequiel “Millo” “Gordo del gol” Moralejo. En la banca, aguardaban su chance el Cabezón Boullosa y el Coquito Urdampilleta, con la compañía espectadora de Fran (que una vez más mostró que se siente más cómodo mirando las finales desde el costadito que haciéndose cargo adentro del campo de juego), Marra, mi papi, el papi de Peralt y la hermana del susodicho cumpleañero, a quienes se les agradece el loable gesto de madrugar un domingo para hacer el aguante desde afuera. Muchas gracias por venir, de corazón.
Alineado el equipo en la cancha, tras perder el sorteo quien les habla, pita el árbitro y comienza a rodar el fútbol en la cancha 2 de Puerto Madero.
El partido se inició con la misma tónica en que se había desarrollado 1 semana atrás: dos equipos bien plantados, sin regalar nada, mucha bola en el cielo, y mucho jogo feíto. Se jugaba un poco más en terreno propio que en el rival, pero esto tampoco se debía a una supremacía tercera, ni mucho menos. Simplemente faltaba precisión para llegar con peligro al arco. El juego asociado no estaba a la orden del día, y para colmo cuando se intentaba jugar, se cometían errores (Mula por qué vas caminando a buscar mis cambios de frente?). El rival se limitaba a hacer lo mismo que había hecho hasta ahí: poner un solo tipo de punta, al cual trataban de tirarle todas, y ni bien tenían un lateral, aunque fuera en mitad de cancha, mandarlo al área. Resto trataba de jugar, pero el circuito de juego estaba bien controlado. Ferka se mostraba un poco más punzante que el partido anterior, tratando de llegar hasta el fondo por su costado. Así, se produjeron un par de aproximaciones que luego quedaron en nada. Boto hacía lo propio por la izquierda, y así llegó la primera jugada de gol del partido. Botito cede para Millo, que en la puerta del área, domina de espaldas, gira, se acomoda para su derecha y castiga abajo. La pelota se desvía ligeramente en su marcador, pero comienza su recorrido hacia el arco, buscando la ratonera izquierda del arquero, que no llegaba en su estirada. Los corazones se paralizaron, ante lo que parecía ser la apertura del marcador. Y en ese momento, en el que las gargantas empezaban a afinar en Mi menor, una caprichosa estructura de hierro se interponía a los sueños del pueblo albinegro. El palo le decía que no al siete restista, ahogando así el grito de todo un pueblo, y extendiendo la racha negativa del goleador (un gol en 12 partidos jugados hasta ahí). Una vez más, la fortuna no estaba de nuestro lado, pero ya no importaba, había que seguir concentrados en el juego, y buscar la apertura. Del otro lado, lo de siempre: pelota parada buscando alguna cabeza, rebote o lo que fuera. Ahí, pasamos nuestro momento de mayor zozobra en la serie: corner desde la derecha, no había nadie en el primer palo, anticipo ofensivo con el pie, taco, cadera o qué se yo que, y balón que se estrella en el poste izquierdo de Santi y se pierde en el saque de meta. Esta vez, los que nos salvamos fuimos nosotros, hay que decirlo. El partido estaba muy trabado, no se conseguía abrir los espacios, y la fricción estaba a la orden del día. “A mi juego me llamaron”, pensó Musgo, y así fue que tuvo una labor destacadísima, sacando todo de arriba y de abajo, anticipando, e incluso pasando al ataque. Bien por el 3.
El primer tiempo se diluía en el pelotazo, despeje y el centro, sin ofrecer demasiado al margen de las dos ocasiones que destacamos. Una media vuelta que Millo no llegó a conectar, tras una buena habilitación de Boto, fue la otra aproximación de RdM en la primera parte. Final y a las canillas, con todo por jugar aún.
La segunda etapa comenzaría sin modificaciones, y con la misma tesitura de la primera (y de toda la serie ya). Resto buscaba constantemente a Pablo, genio y figura, intentando que el bueno de Mr. Vértigo inventara alguna de esas cosas que ya más de una vez nos había salvado las papas este año, como sólo él sabe hacer, pero no había caso. El goleador estaba muy bien cubierto por una férrea defensa, que en algunos casos lo doble marcaba, y se le hacía imposible girar para encarar de frente. También hay que destacar que en ningún momento supimos asistirlo en una posición cómoda como para que pueda lastimar. Esta vez, no funcionaba la fórmula.
El partido crecía en dramatismo, los penales ya se empezaban a ver bastante cercanos, el partido y la serie exigían a gritos una definición. En medio de tanta tensión, Mula le aportó una dosis de lirismo al match: estimulado ante el grito de “apretalo que es malísimo”, tiró dos sombreritos y salió jugando en la posición de número 4. Chapeau. El cuerpo técnico dispuso una variante: ingresaba el Rasta Boullosa en lugar de Boto, de correcto desempeño. A partir de acá, Resto demostró por qué es un equipo ganador, con personalidad. Comenzó a arrinconar a su rival, tomando riesgos en defensa (marcando mano a mano en las pelotas paradas a favor). Un tiro libre desde la derecha ejecutado por el Cabeza obligó al arquero a despejar al corner. Resto manejaba las pelotas paradas cerca del área de La Tercera, que hacía rato que no merodeaba los dominios de Black Father. Fue en este punto que la continuidad del partido corrió serio riesgo: una corriente helada, viento patagónico, blizzard antártico no anunciado por los meteorólogos comenzó a soplar repentinamente desde la cancha contigua, provocando el congelamiento de la pelota, los arcos y el propio árbitro. Afortunadamente, el fuego sagrado, la enorme llama interna de este equipo pudo contrarrestar el -273º que venía de al lado, y el partido pudo seguir su curso normal.
Convencido de su deber, Resto siguió hostigando el área rival. Y aquí vamos a hacer un alto para detallar bien lo acontecido. Corría aproximadamente el minuto 13 del segundo tiempo, cuando la pelota se pierde al lateral en el sector izquierdo del ataque de Resto. Quien les habla se dispone a ejecutarlo. Por un momento, Ferka se mostraba como clara opción de pase, pero Dios sabe por qué razón, preferí tirar el centro al área. Nadie llega a conectar el balón, que queda dando vueltas cerca del área. Después de una sucesión de rebotes, el esférico deriva en la posición de Millo, volcado hacia la izquierda del área. El tiempo se detiene, las miradas se concentran en un sólo punto. Los defensores se quedan parados. El 7, el de la sequía, el de un solo gol en el campeonato, el de la definición ancha vs Los Osmonik, el del palo vs Ballena Franca, el de la pelota en la línea en el partido de ida, y el palo en el primer tiempo en esta misma mañana, el a veces cuestionado, el que no quería salir con La Chancha, en definitiva, Millo, recibe la pelota en su posición y, tocado por la estirpe de los ganadores, de los que hablan adentro de la cancha y en el momento apropiado, conecta el balón de volea, como puede. Un instante transcurrió entre el remate de Millo y que la volada estéril del arquero no pueda evitar que la pelota infle las redes, bien cruzada, a media altura, en el costado izquierdo del arco, pero ese instante fue una eternidad para todos los presentes, que veíamos por fin concretado lo que habíamos esperado tantos minutos. El goleador volvía a hacerse presente, justo en el momento en que más lo necesitábamos. Como en aquella final de 5to año, como en la promoción con NVC, como en la final del año pasado, volvía a aparecer el de los goles importantes, el máximo goleador de la historia del equipo. El de los goles de los ascensos y los campeonatos. Lo que ocurrió inmediatamente después, creo que ni siquiera hace falta explicarlo. Cualquier persona que lea estas líneas se podrá imaginar el desenlace. El grito loco de GOL de todo un pueblo cubrió el campo entero, y alcanzó para ensordecer a todos los nuevos ricos del barrio que, extrañados, se despertaron y asomaron por sus coquetos ventanales, preguntándose qué fenómeno religioso podía provocar esa reacción. Señores, esto es la pasión por el fútbol, el amor incondicional a una camiseta que nos identifica como equipo y como personas, es ver un sueño, que tal vez en algún momento pareció tan lejano, convertirse en una realidad. Apiñados, hechos un racimo, nuestras voces se fundían en un único grito allá en el corner. Otra conclusión que me llevo del festejo: no me voy a ganar la vida como rugbier.
Estábamos en el cielo, pero había que volver a la tierra. Todavía quedaban cerca de 10 minutos, donde nuestro rival iba a jugarse el todo por el todo en búsqueda de la igualdad. Resto se replegó, un poco por el inconsciente, otro poco por el embate Tercero, y se dedicó a defender con uñas y dientes lo que hasta ahí significaba otro ascenso. Un corner cerrado desde la derecha estremeció los corazones, cuando Blacky “trabó” literalmente la pelota contra su palo izquierdo, a la altura del ángulo superior. Un susto nada más.
La Tercera no paraba de asediar el área, a puro centro y pelotazo. Resto no podía sostener la pelota en mitad de cancha, ni engendrar una contra profunda para liquidar el partido. Había que aguantar. Y si hablamos de aguantar, no puedo dejar de destacar la tarea de la zaga. De nivel internacional, principalmente Peralt y Musgo, secundados por la Mula (aunque éste tuvo algunas pifias cuasi-cómicas), sacaron todo lo que les tiraron y más también, por arriba o por abajo, como verdaderos centinelas, dispuestos a dar la vida en cada cruce con tal de evitar el paso. El partido se caldeaba, y un pobre tipo empieza a jugar de manos en las narices del propio árbitro con el Cabezón, que responde a una agresión. Luego Ferka tuvo otro encontronazo que fue amarilla mutua. La impotencia se veía en los rostros de la tercera.
Tiempo cumplido, dos minutos más, dice el árbitro que vamos a jugar. 120 segundos más de angustia nos separaban de la locura. Tras perder algunos segundos en el corner rival, aguantándola Pablo y yo, los últimos instantes vuelven a jugarse en nuestro campo, y los corazones vuelven a quedar en la boca. Un tiro libre con destino casi seguro de red es desviado por la cabeza de Pablo al corner (ya no había posiciones, jerarquías, figuras ni nada: todos estábamos unidos por la misma causa). Otro tiro libre más se pierde al saque de arco, y todos respiramos, al grito de “ya está, se acabó!”, ya nos sentimos en primera. Y así fue. El pitazo del juez desató la locura, los abrazos, la profunda alegría. El deber estaba, una vez más, cumplido. Ahora todos juntos podíamos gritar que Resto es de primera. Ahora, suena en Puerto Madero, suena en Porto Alegre, en algún lugar de EEUU, y en todo el Resto del Mundo, que ME PARECE QUE RESTO SE VA DE LA B, ME PARECE QUE RESTO SE VA DE LA B, PARA NUNCA, PARA NUNCA MÁS VOLVER!!!!

Uno x Uno

Santi (6,5): No le patearon nunca al arco, no tuvo fallas. La más comprometida, el corner olímpico, la resolvía sin ortodoxia pero con eficacia. Un placer sacando del arco.

Mula (7): Seguro, infranqueable, no tuvo problemas con la marca por su lateral. Pifió un par de bolas que podrían haber sido peligrosas, pero salió tirando sombreros extra-brut.

Peralt (8,5): Una muralla, especialmente de arriba. Había que sacar todo, y así lo hizo. La única falla fue cometer algunos foules innecesarios por ir a marcar con los brazos.

Musgo (9): Cosa de locos lo que jugó este pibe. Marcó, anticipó, se movió por toda la defensa con firmeza, pasó al ataque con decisión. Actuación consagratoria.

Ferka (7): Más activo que el partido anterior, pasó al ataque con la potencia de siempre. Se adecuó sin chistar a una posición que no es la suya, y quizás por eso pasó más inadvertido que siempre.

Bollo (by Mula)(8): Gran primer tiempo dedicado a la creación y marca. Menos futbol en el segundo, pero no menos aguerrido. Buen manejo de las pelotas paradas, origen del gol.

Boto (6): Participó en las jugadas claras del primer tiempo. Después, marcó correctamente su sector. Fue reemplazado.

Pablo (6,5): Muy marcado, intentó en todas pero no pudo hacer pesar su desequilibrio. Aún así, peinó varias pelotas y ayudó en defensa cuando hizo falta.

Millo (9): Si goles son amores, hoy con este tipo me caso. Un grito que vale un ascenso, y un par de movimientos interesantes, como el remate en el palo. El hombre de la tapa.

Cabe (7): Se movió por su sector, inquietó de pelota parada y marcó mucho al final. Le falta ritmo y se nota, pero lo suplió bien con entrega. Calentó el partido.

Coco (-): No ingresó. Un nuevo gesto de grandeza al venir a esa hora sin quejarse.

Hinchada: numerosa, se les agradece el apoyo. Quedará para la posteridad el diálogo DT rival-Oscar alias Papá. “Te felicito. Disfrutalo que es una de las cosas más lindas que te pueden pasar”.